Un cortometraje vanguardista que debería ser tratado como una joya de la memoria histórica. Un experimento que inmortaliza un momento y que nos transmite el recuerdo de los inicios de la iluminación urbana con lámparas de descarga y la publicidad luminosa. Un fenómeno al que nos hemos habituado tanto que ha dejado ya de sorprendernos.
A través de una selección de letreros de neón, escaparates y monumentos de París, Berlín y Praga, el cineasta nos muestra un espectáculo pirotécnico.
Se trata de una película muda y en blanco y negro, que sin efectos especiales y con el simple uso de un ritmo compositivo, logra devolvernos por un momento la sensación de sorpresa y temor de esta avasallante tecnología.
La pieza acierta con crear una metáfora perfecta entre el cine y la iluminación urbana, como la proyección efímera e intermitente de luz en la oscuridad.
Sin más que añadir, los dejo con este absorbente deleite visual.
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